viernes, 3 de septiembre de 2010

OCTAVAS PLANETARIAS

CAPÍTULO XV
OCTAVAS PLANETARIAS

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Antes de considerar el efecto de Urano y Neptuno en los diferentes signos y casas, puede ser expeditivo e iluminador el estudiar sus relaciones con Venus y Mercurio, que son sus octavas menores. Que esta relación existe ha sido notada por diferentes autores astrológicos, quienes por especulación y observación han aprendido muchas cosas acerca de esos planetas. Todo lo que han aprendido y nos han comunicado les da gran crédito por su sagacidad, pero no habiendo tenido el beneficio del ejercitamiento esotérico, no es de admirar el que se hayan visto confundidos sobre ciertos puntos, los cuales pasaremos nosotros, a explicar ahora, para que los estudiantes de la filosofía esotérica puedan ver el modo en que estas explanaciones se acoplan con la filosofía general de la Escuela de Sabiduría Occidental, y de este modo concebir nuestro aserto de que Urano es la octava superior de Venus y Neptuno la octava superior de Mercurio.
La sabiduría occidental enseñada por los rosacruces indica que el hombre en formación fue semejante a las plantas y bisexual durante la Época Hiperbórea y de esté modo capaz de multiplicarse por sí mismo sin la necesidad de la cooperación de ningún otro ser. Pero en aquel tiempo no tenía cerebro y como consecuencia no podía pensar; por lo tanto, en la Época de Lemuria los ángeles dirigieron una mitad de su fuerza sexual hacia arriba, hacia la parte que ahora es la cabeza, y la utilizaron para la formación del cerebro y de la laringe. El proceso es perfectamente trazable por el desenvolvimiento antenatal del feto que explica la relación íntima existente entre los órganos sexuales, la laringe y el cerebro, y que se puede observar asimismo en el cambio de voz que ocurre cuando el muchacho alcanza la pubertad y el desequilibrio mental que sigue al abuso sin freno de la función generadora. Así, pues, puede decirse que la función sexual por la cual se crean nuevos cuerpos para el mundo físico, los cuales se convierten en nuestros hijos físicos, está relacionada estrechamente con el cerebro y la laringe, que utiliza el hombre para concebir los hijos de su cerebro y mente, y darles la expresión bucal por medio de la laringe. Esto es un asunto de conocimiento común de los astrólogos: el que el hombre está incitado para realizar la función generadora y engendrar sus hijos físicos por el rayo amoroso de Venus; y de igual modo que el rayo razonador que emana de Mercurio es el responsable de los engendros de los hijos de la mente y su expresión bucal por la laringe, de modo que ambos, Mercurio y Venus, son creadores en sus funciones; uno sobre el plano físico y el otro sobre el plano mental.

Mercurio generalmente está asociado con la razón y la inteligencia; a él se le adscribe la regencia sobre el sistema nervioso cerebroespinal, el cual es el medio de transmisión entre el espíritu que habita un cuerpo y el mundo externo.
Por esto vemos que Neptuno significa las inteligencias sub-humanas y superhumanas que viven y se mueven en los reinos espirituales del universo, pero que trabajan con y sobre nosotros, y también que Mercurio indica la inteligencia humana enfocada sobre el mundo físico, terrestre, en el que vivimos nosotros desde el nacimiento a la muerte. Por lo tanto, puede decirse que Neptuno es la octava de Mercurio, pero en esto hay un sentido más profundo.

Si buscarnos en un libro de texto de anatomía o fisiología, nos mostrará que las hendeduras longitudinales de la espina dorsal la dividen en tres parte que comprende un tubo hueco. Cada una de estas columnas está gobernada por una de las Jerarquías en estrecho contacto con nosotros, la lunar, la marciana y la mercurial, predominando una u otra con arreglo al estado de la evolución del individuo. En el canal espinal los rayos de Neptuno encienden el fuego del espíritu-espinal por el cual el espíritu humano es capaz de romper el velo de la carne y ponerse en contacto con los mundos invisibles, estando esta visión coloreada con arreglo a la columna de la espina dorsal excitada más activamente.
En los días de la infancia de la humanidad, la fuerza creadora que ahora es empleada para construir barcos, casas, ferrocarriles, teléfonos, etc., fue usada internamente para construir los órganos de nuestro cuerpo y al igual que los alrededores del mundo físico quedan fotografiados sobre la placa en la cámara obscura, así el mundo espiritual estaba reflejado en el canal espinal. Allí el hombre vio al primer dios lunar, Jehová, cuyos ándeles fueron sus primeros tutores.
Después una parte de los ángeles que bajo el caudillaje de Lucifer se hubieron rebelado contra Jehová y quienes ahora están desterrados en el planeta Marte, forzaron la entrada del cordón espinal del hombre y le incitaron para el abuso de la función generadora. La interna visión espiritual del hombre se esfumó cuando “se abrieron sus ojos y se vio a sí mismo que estaba desnudo”; entonces el hombre perdió control con el yo superior, vio solamente la persona, y la dócil criatura de Jehová se transformó pronto en un salvaje y en un bruto bajo los impulsos de los espíritus de Lucifer, el jerarca de Marte, pero por sus impulsos el hombre ha aprendido a conquistar los obstáculos del mundo material, para construir hacia afuera y convertirse en arquitecto del mundo.

Para contrarrestar al egoísmo desenfrenado incubado por los ángeles marcianos y para hacer a la humanidad humana, nuestros Hermanos Mayores venidos de Mercurio, humanos como nosotros mismos, cuyo elevado estado de evolución requiere las vibraciones elevadas que se generan y prevalecen en la proximidad del Sol, fueron llamados para actuar sobre la espina dorsal del hombre y mediante sus trabajos la civilización ha tomado una forma diferente y la humanidad está otra vez empezando a mirar hacia dentro.

Actualmente, el hemisferio cerebral derecho está gobernado por Mercurio, y la glándula pineal, su octava superior, está gobernada por Neptuno, que también tiene dominio sobre el canal espinal, que es también la avenida por la cual un polo de la energía creadora fue en su origen vuelto y dirigido hacia arriba para la construcción del cerebro.

El rayo de Neptuno lleva lo que los ocultistas conocen con el nombre de fuego del Padre, la luz y vida del Espíritu Divino, que se expresa como voluntad. Ésta está enfocada en el sistema nervioso voluntario del cuerpo físico, gobernado por su octava menor, Mercurio, la cual, accionando por medio del cerebro derecho, galvaniza el cuerpo en palabra y acción y, por consecuencia, expresando la voluntad del espíritu interno.

Mediante esta división de la energía creadora, el ser humano ha cesado, como ya hemos dicho, de ser un hermafrodita físico, una unidad creadora completa, y entonces empezó a buscar un compañero con objeto de propagar su especie. Por lo tanto, el Hijo; el Cristo Cósmico, enfocó el rayo de amor del Espíritu de Vida sobre Urano (que rige el cuerpo pituitario), el cual lo transmite al cuerpo vital donde Venus, la octava menor de Urano, se expresa para la propagación y el crecimiento.

Entre el Espíritu Divino y el Espíritu de Vida por un lado, y sus contrapartes, los cuerpos físico y vital, por el otro, está el Espíritu Humano gobernado por el Sol, y su contraparte, el cuerpo de deseos, regido por el luminar inferior, la Luna. Pero éste es un terreno de disputa defendido por Júpiter y Mercurio por un lado, teniendo a Saturno y a Marte en el otro.

El rayo de Urano está gradualmente forjando una segunda espina dorsal dirigiendo el rayo de amor inferior de Venus hacia arriba y transmutándolo en altruismo, conquistando para él el dominio sobre el segmento simpático de la columna vertebral actual y el hemisferio cerebral izquierdo gobernado actualmente por la jerarquía pasional de Marte, los espíritus de Lucifer.Este trabajo ha sido completamente realizado por los Adeptos, por lo tanto, ellos no necesitan casarse porque cada cual es una unidad creadora completa, tanto en el plano espiritual como en el físico, habiendo dirigido la fuerza creadora bipolar, masculina y femenina, hacia arriba por medio de la espina dorsal doble, iluminada y elevada en potencial energía por los fuegos del espíritu espinales de Neptuno (Voluntad) y Urano (Amor e Imaginación). Esta energía creadora, concebida en los hemisferios gemelos del cerebro, gobernada por Marte y Mercurio, da un vehículo adaptado para la expresión del espíritu, que es a su vez enviado afuera y manifestado en el mundo por la palabra creadora hablada.

Éste es el secreto del modo en que los Adeptos forman un cuerpo nuevo sin necesidad de pasar por el vientre y algún día toda la humanidad alcanzará este estado de perfección como hermafroditas espirituales; entonces no seremos “un poco más inferiores que los ángeles”, quienes crean por métodos semejantes, sino que seremos más elevados que ellos lo son ahora, porque entonces tendremos la razón y el intelecto que a ellos les falta, en adición de la fuerza creadora completa.

del libro "El Mensaje de las Estrellas" 
de Augusta Foss de Heindel y Max Heindel


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